Cuando salgo del hospital después de la primer operación, lo
hago por mi propio pie eso si ayudado de una muleta, pero bueno subo las
escalera y hasta incluso conduzco mi coche.
Y hago lo que siempre he hecho, ayudo a familiares y amigos
con sus aparatos electrónicos (recordar que ese era mi trabajo, técnico en electrónica),
como siempre no les cobro ninguna mano de obra, y encima les hago en el
repuesto el descuento que a mí me hacen como técnico, valoro más la
familiaridad y la amistad que el dinero.
Lo que son las cosas varios años después de las distintas
operaciones, dejo de conducir pues mis reflejos están mermados y no quiero
tener el riesgo de tener un accidente o aun peor atropellar a alguien (situación
que de ocurrir nunca me perdonaría), así que opto por darle el coche a mi hija
que recién se ha sacado el carnet de conducir.
Y para más inri si es que la cosa ya no podía ir a peor, ya
no puedo bajar ni subir las escaleras la pierna derecha ya no responde, así que
ya no me es posible atender a familiares y amigos pues aunque me traigan los
aparatos a casa (videos, radios etc.,) mis manos ya no tienen la destreza
necesaria.
Como si tuviera la peste o algo peor, mis familiares ya no me
visitan y ni siquiera me llaman por teléfono otro tanto ocurre con mis amigos,
igual creen que les voy a pedir dinero (ni se me había pasado por la mente),
pero se agradecería un momento de charla, saber cómo están las cosas o incluso
quedarse conmigo para que mi mujer pueda salir (como dependiente necesito una
persona a mi lado más que sea para beber un vaso de agua).
En su día me dijo un compañero de trabajo mayor que yo, José
Luis cóbrale tus trabajos a tus familiares y amigos, incluso más caro que a tus
clientes normales. Esta conversación se me quedaría grabada en la mente, pues
en un principio no entendía el porque me decía eso, y lo he descubierto de una
manera muy dura, si yo hubiera cobrado todos esos trabajos extras igual hoy
viviría en un piso con ascensor.
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